Mostrando entradas con la etiqueta hijos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta hijos. Mostrar todas las entradas

miércoles, 20 de enero de 2016

#Noalacosoescolar. Es cosa de todos.

Hoy gran parte de este país hemos convivido con las palabras escritas por el pequeño Diego, hemos pasado el día sin poder olvidar esas líneas que dirigió a su familia antes de lanzarse desde su casa al lejano suelo. Esa carta que hoy sus padres nos muestran con la esperanza de que sirva para que el caso no quede, como parece que lleva camino, cerrado y olvidado.

Algo le pasaba al pequeño, no quería ir al colegio. Algún tipo de acoso, abuso, o de acto de dominación de alguien (o alguienes), algo que le hizo literalmente la vida insoportable y que con sus breves años de existencia le hizo decidir que no aguantaba más.

Algo le pasó a Alan hace pocas semanas, o a Carla antes, otros casos que han tenido más eco en los medios más allá de lo local. Este sábado en mi ciudad, otro chaval de 15 años, alumno de un instituto también decidió acabar con todo, sus amigos apuntan a acoso escolar, se va a investigar.

Siempre ha habido, lo sabemos, lo hemos visto o lo hemos vivido. Quizás ahora estamos más sensibilizados, quizás ahora aunque no lo parezca, empezamos a darnos cuenta de que no son "cosas de críos". Quizás, como pasó con la violencia de género estamos ante un punto de inflexión, y algunos casos nos remueven tanto que por fin se conseguirá hacer algo.

Yo no soy experta, sólo soy madre y también fuí niña. Recuerdo un caso que hubo en un colegio cercano al mío, una alumna de unos 12 años se suicidó cuando yo estaba en 6º de EGB. Entonces no teníamos apoyo de psicológos para comentar estas cosas en el cole, y salvo de rumores de patio sobre si se metían con ella y por eso lo hizo, sólo tuvimos una charla de una profesora diciéndonos que había sido una tonta haciendo tal cosa porque era algo que no tenía arreglo. Supongo que en un intento de quitar la idea de la cabeza a quien rumiara algo similar. No lo sé.

Pero ahora, ¿hay más casos? ¿Son más crueles? Sí que tenemos el añadido de la tecnología, hace el acoso más amplio, tiene una difusión más rápida, es más complicado escapar, pero no es la causa.
Los colegios, algunos, van implantando protolos contra el acoso, pero estamos oyendo muchos casos en los que se lavan las manos, no actúan a tiempo o intentan quitarse el problema de encima.
¿Tienen la culpa los profesores? ¿Los colegios? ¿Los padres?
Las situaciones que nos llevan ante el acoso o el abuso no están limitadas al ámbito de lo escolar.

Esto es cosa de todos, todos somos responsables y todos somos la solución si nos concienciamos.
Estamos creando una sociedad más deshumanizada cada vez, una sociedad en la que primamos lo productivos que somos ante lo afectivo. Un mundo en el que nos bombardean desde todos los sitios que debemos ser los más guapos, los más musculosos, los más exclusivos, los más in, los más cool, los más modernos, los más listillos (pero no los más inteligentes ni los más cultivados), los que más ganan, los más espabilados... pero nos olvidamos de que ante todo deberíamos aspirar a ser buenas personas y a ser felices.
La empatía, eso se inculca poco, y debería ser uno de nuestros pilares, simplemente ya desde la biología, el instinto de conservación de la especie.

Demasiada competitividad en todo, en los colegios también.
El alumno de la semana, esto vi hace poco en uno que visité. Y había fotos del alumno de la semana en el pasillo (de infantil), luego me dijeron que valoraban el que más había aprendido (repito, en infantil).
Ya ni hablamos de los espectáculos que se montan en partidos escolares de vez en cuando por parte de los padres.
Tenemos que ser los primeros, el segundo puesto es una mierda, el tercero para deprimirse, y detrás de eso, putos losers.

Así estamos enseñando a valorarnos.

Competición por encima de colaboración. Eso es nuestro mundo. Y desprecio por el que no da la talla en lo que sea.

Los mensajes publicitarios aprovechan los peores aspectos del ser humano para vender: Codicia, vanidad, envidia...

Las parrillas televisivas están llenas de concursos de los más variados talentos en los que se machaca hasta lo inhumano al que pierde, o al que es distinto. Y todo esto comentado en tiempo real en RRSS. "Fulanito es un llorón y se merece que le echen" "Fulanita es una zorra manipuladora y encima tiene el pelo de rata".
Esto nos lo podemos encontrar en twitter en cualquier emisión de estos programas. En los de adultos, pero también en los de niños. Adultos despellejando niños en las RRSS, tirados en el sofá comiendo patatas fritas. Y nuestros hijos están a nuestro lado.
Y los niños aprenden lo que ven. Y luego nos echamos la mano a la cabeza porque a un niño de la clase del nuestro le roban el bocadillo por gafotas.

El escarnio del chaval del león come gamba fue muy divertido. Para escojonarse vivo. Le hicieron una crítica muy constructiva delante de todo el país. Y lo comentamos, y echamos más leña al fuego. Súper divertido. Y todo por arañar para la próxima emisión unos pocos cientos de miles de euros a los anunciantes enseñándoles las audiencias de la semana.

Quizás sea el momento de reflexionar sobre qué estamos construyendo, parar y poco a poco, acto a acto de cada uno de nosotros, reconstruir.

En las altas esferas, Congreso, o empresas públicas, por ejemplo, tenemos a diario situaciones ejemplarizantes. Todo un mundo de valores por descubrir.

Los críos ven las noticias, aunque sea de pasada. Nos escuchan comentarlas. Sus pequeñas esponjitas cerebrales asumen todo lo que les rodea. Quizás les estén llegando mensajes equivocados.

Me pongo en el lugar de esos padres y se me estremece el alma, me tengo que aguantar las lágrimas imaginando el dolor que tienen ahora y el que les acompañará ya para el resto de sus vidas. Sillas vacias en Navidad o nietos que ya no conocerán... Porque alguien decidió que era mejor que ellos y podían hacer lo que quisieran.
Y me pongo en el lugar de los padres de un acosador y del mismo modo me estremezco. Cómo no hemos podido evitarlo, cómo no hemos podido verlo... Supongo que a poca empatía que tengan tiene que ser terrible también, descubir que tu hijo es responsable de algo así. Pero ellos pueden arregarlo.
Los otros padres ya no.

En casa tenemos el importante papel de educarles en el respeto, en la igualdad, en la diversidad, y sobre todo en la empatía.
Recuerdo que de cría cuando veía algún tipo de abuso aprendí a no respaldarlo (sí, aprendí, porque yo también pude ser cruel en ocasiones) pensando en cómo se sentirían los padres de esa persona si supieran que a su hijo/a le estaban dejando de lado. Y me los imaginaba contentos, preparando el bocadillo del almuerzo con todo el amor del mundo, y dando un beso al dejarles en el cole, igual que hacian conmigo y simplemente me ponía en su lugar.

Pero también tenemos que darles las herramientas para aforntar este tipo de situaciones si llegan a pasarles a ellos, o a otros. Que sepan que nos pueden contar todo, que pueden confiar en nosotros y que nada es tan horrible como para que unos padres les pudieran dar la espalda.

Hoy he leído esta noticia, y cientos de comentarios a ella en los medios y en las RRSS. Salvo algún capullo insensible (que siempre lo hay, y así vamos), me ha entristecido leer casos de padres y abuelos que ahora mismo están en la sitaución de que sus peques están siendo acosados, y especialmente me ha llegado al alma la voz de una madre que decía que había tenido que contar a su hija que nadie iba a ayudarla, porque no estaba encontrando apoyo. Imaginad el desgarro de decirle a tu pequeño que sólo puedes confiar en tus padres. Pero también se ha visto como el mensaje de horror y necesidad de hacer algo era unánime.
Ojalá el mensaje que guardaba Lucho no caiga en el olvido colectivo.


Somos todos culpables y cómplices. Podemos pararlo todos. Tenemos que querer pararlo todos.