Mi barrio está muy limpio, reluciente. Bueno, más bien mi calle, porque las aledañas no tanto.
Es una calle importante del casco histórico, así que como la frecuentan muchos guiris, el ayuntamiento le tiene cierta predilección.
No obstante, estoy llegando a odiar los pequeños camiones de limpieza que todas las mañanas pasan y repasan por la calle, arriba y abajo.
Hacen mucho ruido, van por la zona peatonal y mojan el suelo con agüilla que resbala, supongo que llevará algo similar al jabón.
El salir por la mañana de casa hacia el trabajo se convierte en una gymkana. Ojo con los zapatos que te pones, porque puedes acabar teniendo un grave resbalón.
Se me antojan peqeños robots maquiavélicos que han empezado su revolución contra los humanos.