martes, 13 de mayo de 2014

Visita a Faunia

Tengo un dilema con las actividades en las que los "protagonistas" son los animales. Por una parte me horroriza la utilización de seres vivos para hacer negocio, aunque en algunos casos son también una buena oportunidad para conocer un poco más la naturaleza en esta vida tan artificial que llevamos.
Tengo claro que no me gustan los circos con animales, ni los espectáculos taurinos, incluso los tipo encierro no es que me parezcan bien, pero sobre los zoos y parques de naturaleza tengo sentimientos encontrados.
Este fin de semana llevamos a mi hijo a Faunia. Desde que lo inauguraron tenía ganas de ir, entonces aún vivía en Madrid, pero no encontré el momento de visitarlo y lo tenía pendiente. Aprovechando que ahora me toca más los plan con niños que otros, fuimos en unas mini vacaciones.
Cuando abrieron Faunia la promoción prometía algo más que un zoo. Un entorno en el que los animales estaban en su hábitat, con mucho cuidado y respeto, un parque biológico, con varios ecosistemas.
Mi impresión tras la visita difiere ampliamente de la idea que me había hecho en la cabeza (o la que me habían vendido).
El parque es grande sí, pero albergar tantos ejemplares se hace pequeño. Los hábitats recreados son bastante diminutos, sobre todo los que están en interior, como la sección "misterios bajo tierra" por ejemplo. Allí los bichos están metidos en vitrinas, no tan pequeños como una pecera, pero tampoco mucho más. Me produjo verdadero agobio ver un grupo de murciélagos en un espacio de más o menos 5 metros de largo y 3 de ancho.
Los cocodrilos (menos mal que son muy poco activos cuando no comen) tienen un espacio para cada uno similar al que podemos tener nosotros un día de agosto en alguna playa mediterranea. Ni sitio para la sombrilla... 
Los canguros están al aire libre, y según lo que se promociona parece que van a tener un amplio espacio para saltar a gusto, pero no, un vallado bastante pequeño. El pobre panda rojo aún tiene suerte y goza en exclusiva de un pino para él solo, pero en un espacio cerrado muy pequeño.
Y así todos... Curiosamente, los que más espacio tienen son los dinosaurios. Si esos bichos inertes, por alguna circustancia mágica cobrarán vida, tendrían algo más de espacio para correr que sus colegas no extintos.
No es un parque para los animales, es un parque para "sacar perras".
Máquinas expendedoras de refrescos y snacks por todos los lados, actividades adicionales todas de pago (hasta el paseo en pony), venta de piensos y diversas comidas para alimentar a los patos, cabras y demás, hábitats temáticos que desembocan en tiendas (súper divertido si vas con un niño pequeño, rabieta al canto al salir de ver los pingüinos porque te das de morros con un estante lleno de patatas fritas, helados y golosinas varias...), cochecitos de alquiler (a 11 lauros) nada más entrar al parque (bien visibles para comenzar la visita con otra rabieta).
Las fotos con decorado tampoco salen gratis. En la entrada hay escenario de cartón piedra con pinguinos, y no está permitido hacerse fotos, son sólo para el fotografo del parque y paso por caja. 
Todo esto más o menos lo puedo entender, marketing puro y duro (y yo soy del gremio) y una forma de hacer más negocio, pero quizás de una manera un tanto "agresiva". El parking también es de pago.
Pagando un precio de entrada esperas tener algo más incluido.
En definitiva, decepción para mi. Me gustó más Sendaviva, al que fuimos no hace mucho.
Pero el crío se lo pasó bien, vio muchos animales y pasamos un día al aire libre. También es divertido oir comentarios de los compañeros de visita, como confundir un panda rojo con un zorro (y eso que estaba subido al árbol), o ver como algún papá insistía en que sus peques se hicieran foto tocando la cabeza de un  pterosaurio con valla de eguridad y un enorme cartel de "no tocar" al lado.